miércoles, 10 de junio de 2009

6 Inma y Lucia S


EL LADRÓN DEL HIPERCOR

Érase una vez un centro comercial, en el que había mucha gente entrando y
saliendo, pero los policías sospechaban en uno en concreto. Un señor que
siempre vestía un gorro negro y un buzo azul.  
Un día vieron como robaba un bolso de una señora anciana. Fueron los
policías a cogerle, pero se escapó. Al día siguiente le vieron robar la joyería.


Robó un diamante, dos perlas y todo el dinero que había. A continuación  
salió con todo lo que había cogido y se dirigió hacia su guarida.  
24 horas después estaba cerrado el Hipercor y todas las puertas estaban  
rodeadas por policías.  
Pasadas unas horas volvió a venir pero disfrazado de policía. Se puso al lado 
de los policías, justo en la puerta principal. Al policía que estaba al lado suyo
le dijo: "voy a ver si está todo en orden".
 Entró, robó todo lo que pudo y salió. Al salir les amenazó con matarles, pero 
ellos como eran más le esposaron y le llevaron a la cárcel.
Pasados ocho años el ladrón cumplió su condena.

En la cárcel había hecho muchos amigos, pero casi todos ellos malos. Sin embargo uno de ellos, Pepín, le gustaba mucho leer y con el tiempo, como nuestro protagonista el ladrón se aburría tanto, terminó leyendo los libros que Pepín le recomendaba.  
De esta forma cuando salió de la cárcel el ladrón pensó en buscar trabajo y no volver nunca más a tener que robar. Y lo que se le ocurrió fue ir al Hipercor para ver si le contrataban como cajero.  
Tubo mucha suerte y consiguió que lo contratasen. El se puso muy contento, ya no quería volver a su vida de antes, le gustaban sus nuevos amigos, pero cual fue su sorpresa cuando uno de los dependientes le reconoció como el ladrón de hacía ocho años.  
Se montó mucho jaleo y el director del Hipercor le llamó a su despacho. Este no sabía que hacer, le había visto trabajar y lo hacía bien, además había visto que era un buen compañero, pero no podía olvidar lo del robo.  
Hablaron durante mucho tiempo y al final decidió darle una nueva oportunidad.  
El ladrón prometió no volver a robar y nuestro amigo desde ese día pasó a ser el cajero Julián.  
Al cabo de unos años se encontró con su viejo amigo Pepín. Julián le contó todo lo sucedido y los dos se pusieron muy contentos al poder hablar fuera de la cárcel.  
Desde entonces los dos fueron buenas personas.