La Inmaculada
Vista por los pintores pintores:
Francisco Goya Lucientes
Bartolomé Esteban Murillo
Francisco Goya Lucientes
Francisco Goya Lucientes nació en 1746 en el seno de una familia de mediana posición social de Zaragoza, ese año se había trasladado al pueblecito de Fuendetodos, situado a unos cuarenta kilómetros al sur de la capital, en tanto se rehabilitaba la casa donde vivían. Su padre era un artesano de cierto prestigio, maestro dorador, cuyas relaciones laborales sin duda contribuyeron a la formación artística de Francisco.
Al año siguiente volvieron a Zaragoza, si bien los Goya mantuvieron siempre el contacto con el pueblo natal del futuro pintor, como revela el que su hermano mayor, Tomás, que siguió el oficio del padre, instalara allí su taller en 1789.
Cuando Francisco tenía poco más de diez años, ya comenzados sus estudios primarios probablemente en los Escolapios de Zaragoza, la familia atravesó dificultades económicas que pudieron obligar al jovencísimo Goya a ayudar con su trabajo a superar la crisis.
Quizá este hecho explique que su ingreso en la Academia de Dibujo de Zaragoza no se produjera hasta 1759, una edad algo tardía para lo que era habitual.
Bartolomé Esteban Murillo
Nació en 1617 en la ciudad de Sevilla. Fue bautizado en la parroquia de Santa María Magdalena de la ciudad de Sevilla.
Su padre era un cirujano barbero llamado Gaspar Esteban. Su madre se llamaba María Pérez Murillo, de quien tomó el apellido para firmar su obra, como hizo Velázquez.
Al morir sus padres cuando tan sólo tenía 10 años, pasa al cuidado de una de sus hermanas mayores, Ana, casada con un barbero cirujano, Juan Agustín de Lagares, con quien el joven Bartolomé mantendría muy buena relación.
Inmaculada de Soult Inmaculada (Museo del Prado)
A los 22 años Murillo decidió establecer un taller de pintura barata que le permitía vender cuadros sobre todo en las ferias de los pueblos, pero a pesar de que se vendían bien, esto no terminaba de satisfacer al artista, tanto es así que tras conocer copias de Antoon van Dyck surgió en él un fuerte deseo de perfeccionar su pintura.
Raúl G. I.