martes, 22 de diciembre de 2009

La Estrella de la Navidad
En un pueblo de España vivía un niño que se llamaba Ramón. Ramón tenía el pelo castaño, ojos de color verde y era bastante pequeño comparado con los demás, niños que eran unos pocos centímetros más grandes que él. El niño no tenía amigos, porque vivía muy lejos de la ciudad, donde estaban todos jugando y divirtiéndose, y no creía en la Navidad, ni en los Reyes Magos. En su pueblo nunca nevaba, pero sí lo hacía frecuentemente en la montaña de al lado.
Ramón nunca estaba contento, algunos dicen que es porque sus padres se murieron hace 4 semanas y que no le gusta estar en el internado, otros dicen que es porque no tiene amigos y otros dicen que es por las dos cosas.
Hubo una vez que nevó, de casualidad, en el pueblo en el que vivía Ramón, pero no una nevada cualquiera, nevó un metro y medio de nieve, era más o menos normal, porque estaban ya casi en Nochebuena , pero como nunca más había nevado en ese pueblo, nadie se lo esperaba. Ramón se animó a salir a la calle a jugar con la nieve, a ver si le gustaba. Después de un tiempo, le gustaba tanto hacer figuras de nieve y túneles por debajo de la nieve, que no quería meterse en el internado otra vez.
Una vez, Ramón hizo una estrella de la Navidad con la nieve muy bien hecha y, de repente, por encima de la estrella de nieve que había hecho, vio, encima de la montaña en la que siempre nevaba, ¡una estrella de verdad con una especie de cola detrás de ella!
Ramón se extrañó al ver la estrella, porque él no creía en la Navidad ni en nada de relación con ella, y pensó que en cuanto volviera a mirar el próximo día ya no estaría allí. Se metió en el internado, se fue a su habitación y se metió a la cama.
Al siguiente día, se despertó muy temprano para ver si seguía estando, ¡y sí que estaba! Esa noche sería Nochebuena. Al instante, se puso la ropa y, como nadie estaba despierto en todo el pueblo, se cogió unos cuantos bollos, una linterna y agua del comedor, lo metió a su mochila y se encaminó hacia la calle. Estaba dispuesto a subir a la montaña para ver qué pasaba con esa estrella, había cogido suficiente comida y agua como para un día o dos como mucho.
Salió del internado y, con mucho sigilo, se fue hacia la montaña en la que estaba la estrella. En cuanto Ramón llegó a la falda de la montaña, vio que había unos cinco centímetros más de nieve que en el pueblo y que sería más difícil subir la montaña, debido a la cantidad de nieve y que el niño era de estatura media. Pensó que, como sabía hacer túneles por la nieve y se le daba muy bien, que podría hacer un túnel hacia arriba y llegar a la cima de la montaña. Y es lo que hizo, empezó excavando un túnel y siguió excavando desde dentro del túnel hacia arriba.
Cuando ya estaba cansado y tenía frío y hambre salió hacia el exterior de la nieve, cuando llegó al exterior vio que estaba ya por la mitad de la montaña, se veía todo el pueblo y todos los valles que estaban cerca de la montaña, ya era por la tarde y estaba oscuro todo. Sacó un bollo de la mochila y se lo comió. Se volvió a meter al túnel y encendió su linterna, ahora veía mejor, siguió excavando y subiendo hacia arriba de la montaña.
Llegó a la cima de la montaña, cuando ya eran las 11 de la noche, se comió otro bollo y bebió un poco de agua. Se puso algo contento porque ya había llegado hasta arriba de la montaña. Buscó por muchas partes de la cima, pero no vio la estrella.
Hasta que miró hacia arriba y… ¡allí estaba! Quieta, sin moverse hacia ningún lado. Ramón, se fijó en que la estrella tenía boca, nariz y ojos. Y la dijo:
- Hola, ¿entiendes mi idioma?
La estrella se dio un sobresalto y, tímidamente, dijo:
- Sí, cómo no, entiendo todos los idiomas, soy la Estrella de la Navidad.
- Vaya, ¿existe la Navidad, los Reyes Magos y Papá Noel?- preguntó Ramón
- ¡Claro que existen! ¿No crees en la Navidad?- dijo la Estrella.
- Pues, la verdad es que no, ¿Qué haces tú aquí?- dijo Ramón.
- Yo estoy aquí para indicar, a los Reyes Magos y a Papá Noel y todas las personas que dan regalos en Navidad a los demás, desde dónde pueden ver dónde está la casa en la que tienen que dejar los regalos, porque desde esta montaña se ve hasta muy lejos ¡Y hoy empieza la Navidad! ¡Esta noche!- le explicó la Estrella a Ramón.
- Bueno, pues… no sé qué decir… yo nunca había creído en los Reyes Magos ni en Papá Noel ni en la Navidad- dijo Ramón triste.
- ¡Por cierto! ¿Qué haces tú aquí? ¡Deberías estar durmiendo como los otros niños¡-dijo malhumorada la Estrella.
- ¿Por qué?- dijo Ramón pensativo.
- ¡Porque hoy es el día en el que viene Papá Noel¡ ¡ Y si no estás en la cama antes de que llegue aquí, no tendrás regalos¡- dijo la Estrella.
- ¡Cómo no me lo has dicho antes!- dijo Ramón agradecido- gracias por hacerme creer en la Navidad, Estrella.
- De nada- dijo la estrella- ahora, ¡corre!
Ramón pensó que si se tiraba por el túnel como un tobogán llegaría antes que bajando andando poco a poco así que se tiró y bajó a una velocidad sorprendente. Llegó abajo en tres minutos y corrió hacia el pueblo para meterse en el internado y dormirse en la cama. Llegó a tiempo y se metió en la cama.
Al día siguiente, había en su habitación tres regalos, y fue a abrirlos rápidamente para ver lo que eran.
Raúl